Carta al Caballero de Copas
Querido Caballero de Copas,
Siempre me gustó escribir cartas de esas que ahora ya nadie escribe, quizás por ello, tienda a refugiarme muchas veces en la literatura de género epistolar. He llegado incluso a imaginar un libro escrito con largas conversaciones de madrugada, en forma de carta, entre las reinas, caballeros, pajes y reyes del Tarot acerca de temas tan variopintos y surrealistas como la vida misma.
Quizás esta carta suene a uno de esos dramas decimonónicos que dices que no te gustan, aunque también formen parte de tu vida como Caballero de Copas que eres y, por ese motivo, en un intento de racionalizarlos disfrazándote a veces de Caballero de Espadas o de evadirte de ellos con la vehemencia de un Caballero de Bastos, acabas rechazándolos.
Tarot: Fyodor Pavlov
En esta carta podría hablar de tanto y de nada a la vez que, en mi duda, he decidido preguntar a nuestro amigo el Tarot y ha aparecido el 7 de copas. La carta de las ilusiones que pueden llevar a dispersarte y a la indecisión, sin acabar haciendo ni concretando nada y que se queden en eso, en meras ilusiones contenidas en bonitas copas doradas guardadas en las nubes de los sueños de cada uno.
En este arcano, hay unas copas llenas de joyas, laureles y castillos y otras con una serpiente, un fantasma y un dragón. Podría ser una de esas escenas mágicas, de cuento de hadas, con sus luces y sus sombras.
Un escenario muy neptuniano con copas flotando, inalcanzables, que quizás pertenezcan a otras dimensiones, a otros planos, a otras vidas, pero seguro que muy alejadas de nuestro día a día. Esas copas, querido caballero, me conectan con tiradas de tarot interminables, con tránsitos inaguantables, con arcanos rebeldes, con brindis eclipsados, con risas y lágrimas, con noches desmemoriadas y mañanas de resaca y reseteo. Con armaduras oxidadas y cicatrices remachadas.
Me conectan con rincones secretos, con apegos de ida y vuelta, con la brisa y el azul del mar, con el reflejo gastado y amarillento de las luces de la ciudad. Me conectan con un banco mojado, con un retrato extraviado, con sincronicidades cotidianas y con idealizaciones mundanas.
Me conectan con la llama de una vela, con la fantasía de una novela, con algunas canciones que recordar y con palabras para olvidar. Con estrellas fugaces ahogadas en una copa, con planetas danzantes que, en segundos, pasan del trígono a la cuadratura, con fantasmas del presente y del pasado, con intuiciones malditas, con viajes imaginados y colaboraciones marchitas.
Me conectan con ideas geniales, con planes irrealizables, con un trozo de mi camino de vida, con una nostalgia casi infantil, con la ilusión del arco iris que aparece tras la lluvia para desvanecerse de nuevo. Me conectan con el corazón herido que habita en toda copa derramada y con la luz que, pese a todo y a pesar de todos, siempre he visto en ti, caballero de copas.